La nueva sangre de Peter Gabriel cautivó la noche en el Geba

Foto: Télam | 
Más de 30.000 personas que se congregaron en la noche del viernes en el estadio GEBA de Capital Federal se vieron envueltas por un espectáculo musical y visual de alta calidad ofrecido por el cantante y compositor británico Peter Gabriel, quien repasó parte de su carrera como solista junto a su nuevo proyecto musical, The New Blood Orchestra, que reúne a 47 interpretes, cuya mitad, en esta ocasión, fueron argentinos. Mirá los  videos



Lejos del rock progresivo y sinfónico de Génesis, banda que fundó en 1967, y lejos también del pop que lo consagró en los 80, Peter Brian Gabriel, de 61 años, cautivó a un público tranquilo y respetuoso que lo acompañó en un viaje por parte de su trayectoria, de más de 40 años, en clave de orquesta, generando un ambiente onírico, elegante y lleno de sutilezas sonoras y visuales.

Esta idea “sin guitarras ni baterías” -que anticipaba los carteles de la gira-, no se trató de éxitos de Gabriel meramente orquestados, sino que implicó una transformación completa de sus temas, en algunos casos únicamente reconocibles por su inconfundible voz.



Tampoco fue un recorrido por sus hits -aunque no faltaron algunos-, sino, más bien, una serie de temas que encerraban un concepto cada uno, desde la letra, el sonido y la imagen.

“Heroes”, de David Bowie y Brian Eno, fue el tema elegido por Gabriel para abrir el recital, entre ovaciones y aplausos de un público que gradualmente fue llegando al silencio, atentos a una versión de ese clásico, donde la orquesta vibra en el fondo y la voz del músico sorprende por su potencia y su notable amplitud de registro.



“Esta es una canción sobre la tortura”, dijo Gabriel -quien se esmeró por hablar todo el tiempo en español-, al comienzo de “Wallflower”, un tema donde predomina el piano y que es una reivindicación a la lucha por los derechos humanos, esta vez dedicado a las víctimas de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).

La pieza “Intruder” llegó como un aspecto más oscuro del compositor, acrecentando el ritmo de la orquesta a cada segundo, con una voz extremada a la interpretación teatral y un juego visual, entre luces y proyecciones, que expresan opresión y una suerte de descenso a un infierno más que nada cerebral.



El primer momento explosivo de la noche se dio con “Secret World”, donde surgieron las palmas a tono con la percusión, los coros y la fuerza de un clásico que muchos acompañaron cantando hasta en los detalles más mínimos. A ese le siguieron otros clásicos: “Mercy Street” y “The Rhythm of the Heat”, más étnicos en su sonido.

Poco después de la mitad del recital llegaron dos importantes obras en la carrera de Gabriel, la primera, “Red Rain”, con una particular oscuridad melancólica y un escenario bañado en rojo, y la segunda, Solsbury Hill -aplaudida de pie-, primer canción como solista que habla justamente de su separación del grupo Génesis, en 1975.

Hacia el final llegaron “Biko”, homenaje a la libertad dedicado a Steve Biko, activista sudafricano -otro tema con gran respuesta desde el público-, “In you Eyes” y “Don’t Give Up”, ambos con mucha fuerza desde la orquesta.

El cierre se completó tranquilamente con “The Nest That Sailed the Sky”, con Gabriel al piano, deslizando una suave melodía acompañada por una impresionante proyección y puesta de luces, concluyendo, entre largos aplausos, más de dos horas de un espectáculo que demuestra que el artista está más grande, menos rockero, pero no olvidó como hacer un recital.

Por Juan Rapacioli | Fuente: Télam

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