Marco Antonio Solís, romance a pleno con Villa María

Mirá el video | El mexicano fue la figura de la segunda velada en el Festival de Peñas. La Sole, Cacho Buenaventura, El Chaqueño y Las Voces del Río completaron la grilla. (Foto: Cadena3)

Marco Antonio Solís desplegó todo su arsenal de éxitos para volver a enamorar a un anfiteatro de Villa María que se mostró colmado.

El ex Buquis inició su show pasada la medianoche -tal como estaba prevista- y despertó la ovación del predio, sobre todo del público femenino, que no paró de elogiarlo en las poco más de dos horas que duró el recital.

El cantautor surgió en escena luego de una intro de teclados suaves, unos pasajes instrumentales y un pequeño número a cargo de un cuarteto de bailarinas.

Vestido de tonos oscuros, con un saco brillante, el artista exprimió su arsenal de recursos para despertar los gritos en las mujeres. Y tuvo éxito, claro: tanto en sus grandes clásicos (incluida alguna que otra canción de Los Bukis, su vieja agrupación) como en piezas más nuevas, el público ovacionó cada acorde final.

Los músicos que acompañan a Solís son numerosos y experimentados, desde una backing band clásica (con teclados, guitarra, bajo y batería) y coros hasta una sección de cuerdas y bronces capitaneada por un director de orquesta.

En definitiva, Marco Antonio Solís les dio lo que buscaron. “Me acuerdo de la última vez que estuve por aquí, hace dos años”, rememoró en la previa el cantante mejicano frente a periodistas. “Llovía mucho y no sabíamos qué hacer. Pregunté y me dijeron que la gente me estaba esperando, y por eso fue que salí al escenario aquella noche”, dijo y el piropo al público local se repitió también arriba del escenario.

Previo a la actuación de Solís se presentaron Soledad Pastorutti y el Chaqueño Palavecino, convirtiendo a la noche de anoche en la más folclórica del Festival de Peñas.

Tanto el espectáculo de la Sole como el del Chaqueño no defraudaron y supieron cómo mantener el ritmo festivalero a fuerza de chacareras, zambas y chamamés. El público, variado pero más que nada familiar, se mostró encantado con ambas actuaciones.

El encargado de ponerle la cuota de humor fue Cacho Buenaventura, que tuvo tuvo la nada sencilla tarea de alivianar la espera entre recitales y lo consiguió, e incluso luchando contra los molestos insectos que había en todo el predio. Con sus chistes clásicos del tío Britos y la tía Mecha y sus mensajes optimistas, Cacho llenó los espacios vacíos de forma divertida y amena.

Catherine Fulop, por su parte, tuvo una performance similar a la de la primera jornada en su rol de animadora.

Es decir, se mostró alegre, bella y elegante, pero al momento de leer los carteles le pifió en un par (“Mira, gente de Etruriá”, comentaba y rebautizaba sin querer a la localidad).

Una vez más Villa María fue escenario de un espectáculo de lujo con vuelo internacional.

Cadena3 | La Voz del Interior