ONG presenta denuncia penal por la caza de jabalíes en La Pampa

A última hora de este miércoles 18 de Mayo, la “Asociación de Funcionarios y Abogados por los Derechos de los Animales” (AFADA) presentó una Denuncia Penal contra los responsables de dos Torneos de Caza de Jabalí que se realizaran este fin de Semana en el Valle del Quehue (La Pampa) y en Villa Huidobro (Córdoba), como también contra los Entes de Control y Fiscalización de dichas actividades en ambas provincias.

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Días atrás la ONG animalista ya había solicitado a la Dirección de Recursos Naturales de La Pampa, la Inmediata Suspensión del primero de aquellos Torneos alegando que la normativa local que los autorizaba transgredía la Ley Nacional de Protección Animal Nº 14346, y que no se había respondido a un Pedido de Información Publica realizado por los mencionados letrados.

El “Pedido de informes” realizado al Ente de Contralor local apuntaba precisamente a determinar si la caza deportiva en la Pcia. de la Pampa, no sólo estaba regulada, sino si su implementación (por ej. en Torneos de caza) cumplimentaba con todos los requisitos que fijaba la Ley Nacional N° 22421, su Dec. Reg. 666/97, como también las Leyes y Decretos Provinciales vigentes en la materia; sin embargo no obtuvieron respuesta del departamento estatal.

Luego de esa presentación, la Asociación animalista, tomo conocimiento de la realización de otro Torneo similar pero de “Caza de Jabalí con Jauria”, que se estaba organizando en el Sur de la Provincia de Córdoba, donde esta modalidad (caza con jauría) no esta permitida, alegando que sus participantes sólo realizarían las inscripciones en una localidad cordobesa pero que en realidad, no cazarían en esa provincia, sino que lo harían en territorio pampeano y de la Pcia. de San Luis (donde la Caza con Jauría estaría permitida), para finalmente volver con las “presas” a la localidad cordobesa, dando un aparente velo de legalidad al accionar que en realidad no lo tendría; actividad que no se podría realizar sino es con la connivencia u/o omisión de controles adecuados de los entes de Fiscalización de ambas provincias.

En la denuncia, AFADA no sólo cuestionó a los Órganos de Fiscalización de la Fauna silvestre, sino la propia actividad de caza, alegando que “en este tipo de actividades, los animales se ven privados de sus vidas y, por lo tanto, de cualquier disfrute futuro posible de ella y de sus demás derechos básicos fundamentales. Además las víctimas de la caza sufren terror y estrés “desde el mismo momento de la persecución de los canes”. 

Es así que en la denominada “Caza de Jabalí a Cuchillo y con Jaurías”, las víctimas no-humanas son directamente ejecutadas por personas que en la mayoría de los casos actúan “fuera del marco de la ley” (entiéndase, a estos como furtivos, sin permisos legales y/o con permisos vencidos, u otras decenas de irregularidades). 

Personas inescrupulosas, que invocando aparentes “estados de necesidad” (como moradores rurales, peones de campos y estancias, etc.) o por “simple placer” (cazadores comunes, etc.) de un modo, sádico, cruel y sanguinario, y sin conocimientos básicos en “técnicas o métodos humanitarios de matanza”, provocan un miedo y estrés indescriptible en estos inocentes animales, cuando sueltan a sus “jaurías” de canes que siempre doblegan al porcino en número (y a veces en tamaño -Véase por ej. la Caza a Cuchillo y con Jauría de Perros de la Raza “Dogo Argentino”- ) para que lo muerdan en todas partes del cuerpo hasta agotar sus fuerzas en la lucha, y quedar en estado agonizante, en cuyo momento, el animal salvaje es tomado de la cola o del cuerpo por el cazador (que lo immoviliza) e inmediatamente le clava un filoso cuchillo en el cuello (o debajo de la paleta) provocando un sangrado lento y doloroso, que finalmente termina con su vida, mientras del otro lado, muchos de sus canes, vencedores del enfrentamiento también quedan cortados, sangrados, y hasta eviscerados (según “voces autorizadas”, los Cazadores más responsables, luego de la lucha con el Jabali, suturan sin anestesia ni asepsia mínima, las heridas de los canes –como si se “cociera un matambre”- y sin tener los conocimientos básicos y titulo habilitante para tales practicas, lo que de probarse, daría lugar, por lógica consecuencia a otros ilícitos. Los menos responsables, muchas veces viendo el “cuadro dantesco” de la escena criminal, abandonan a sus perros, sabiendo que el destino, ha sido sellado para ellos. Y asi de modo sine die (ininterrumpido), vuelven a criar animales – o los adquieren a otros criadores o cazadores colegas que tienen perros de caceria con “buenos antecedentes” o experimentados- para volver a emplearlos en una nueva “Cacería”, exponiéndolos asi a nuevos riesgos (factor evidente de maltrato animal) hasta que los mismos “ya no le sean de utilidad”, en cuyo caso son descartados o asesinados, sin sancion alguna a sus ejecutores, tomándose ello también, como una práctica “tradicional o culturalmente” aceptada), y todo ello a causa de un único culpable: el humano”

Que estas prácticas “por si mismas”, atentan no sólo contra la Ley Nac. N° 14346, sino que en caso de comprobarse el incumplimiento de ciertos controlas legales, de estas actividades, podría dar lugar a delitos como los de Incumplimiento de los Deberes de Funcionarios Públicos o aquellos que atentan contra la fauna silvestre, hechos que la Fiscalía no puede dejar de investigar ante esta presentación legal.
 
Desde AFADA también pidieron al Ministerio Publico Fiscal que investigue la posible connivencia e incumplimiento de los deberes de funcionario publico que existiría en los Órganos de Control y Fiscalización Estatal de esta y otras provincias como las de Córdoba y San Luis, que además hacen caso omiso a los reclamos de las organizaciones sociales para frenar estas practicas, permitiendo y fomentando la realización de estos eventos sin cuestionar, en lo mas mínimo, el daño que provocan a determinadas especies como los Jabalíes

En diálogo con este medio el presidente de AFADA, Pablo Buompadre sostuvo que existen estudios científicos que han determinado que “Los animales cazados, como los jabalíes o ciervos, sufren un estrés extremo y se ven obligados a experimentar condiciones que están muy lejos de sus límites normales. Cuando son perseguidos huyen hasta agotarse. (*)

Lo hacen por miedo, que aumenta cuando descubren que no pueden escapar. Las víctimas de la cacería sufren “terror psicológico” todo el tiempo hasta que mueren. El miedo a la muerte es horrible. La mayoría acepta esto algo de “sentido común”, pero no lo es. No necesitamos basarnos en exclusiva en el conocimiento adquirido y en la intuición. También es algo que se ha estudiado de manera científica, determinándose que “los animales cazados tienen altas concentraciones de cortisol que indican un gran estrés fisiológico y psicológico”, demostrando a las claras, el maltrato animal que sufren por causa de estas actividades, que de deportivas no tienen absolutamente nada. 

También existe un consenso científico de que los animales víctimas de estas atrocidades están predispuestos a sufrir de manera muy importante durante las etapas finales de la caza, ya que son sometidos de manera repetida a períodos de esfuerzo físico extremo, y en esos momentos, sus músculos comienzan a fallar”. Durante la caza, los ciervos y Jabalíes no tienen la opción de continuar o no; se ven forzados a correr más allá de su capacidad normal hasta que ya no pueden más. Son impulsados por el miedo a la captura y a la muerte, hasta que finalmente son abatidos”

Es necesario que los señores que se dedican a lastimar, torturar y matar animales sin necesidad alguna y sólo por mero placer, pasión o diversión, sepan que ya no quedaran impunes. Nuestra Asociación, como muchas otras que defienden los derechos de los Animales, no se quedaran de brazos cruzados ante este biocidio, por el contario, irán tras ellos y los llevara ante la justicia, por cada ser inocente al que hayan lastimado o le hayan quitado la vida.
 
Si realmente estamos comprometidos en incluir dentro del circulo de consideración moral los intereses de los animales no humanos, entonces el primer paso es oponernos a todas las formas de explotación animal, sean legales o ilegales. Ambas causan los mismos daños, y en este sentido son idénticas, y no pueden estar éticamente justificadas en modo alguno”, concluyo el letrado.



Referencia
(*) Bateson, P. & Bradshaw, E. L. (1997) “Physiological effects of hunting red deer (Cervus elaphus)”, Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences, 264 (1389), pp. 1707-1714.

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