Londres 2012 | Balance de los Juegos Olímpicos: para el deporte argentino, el futuro es hoy
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| Foto: Cadena3 | |
El deporte argentino aún está muy lejos en infraestructura y métodos científicos de preparación para competir con chances frente a las potencias. Se ha mejorado un poco, pero seguimos estando lejos. Por Jorge Parodi, Cadena3.
Audio: Balance de la participación argentina en las Olimpíadas (Informe de Jorge Parodi, Cadena3).
Se apagó el fuego olímpico. Es hora de balances. Es tiempo de buscar razones, de revivir emociones.
Los Juegos de Londres 2012 ya son un recuerdo que está a punto de convertirse en nostalgia
Viven en nuestra mente a salvo de cualquier tipo de amnesia.
Se alojan en nuestro corazón y ni siquiera con una orden judicial podrán sacarlos de allí.
La organización de Londres 2012 fue impecable. Los británicos cuidaron cada detalle. Nada o casi nada falló.
Y si se falló en algún aspecto, los garantes del éxito fueron los ciudadanos londinenses, multiculturales y cordiales a su manera.
Con estadios grandiosos, sin llegar a ser imponentes como los de Beijing.
Con tribunas llenas. Con la seguridad como una obsesión.
Con la eficacia de un transporte envidiable y puntual.
Con ceremonias de inauguración y cierre que combinaron música, tecnología, arte, historia y humor.
Además, las pruebas de calle sirvieron a mostrar al mundo lo que es Londres, una ciudad incomparable. A la que sólo le falta el sol.
La actuación argentina tuvo rasgos positivos dentro del histórico contexto de precariedad.
Es cierto que se triplicó el presupuesto destinado al deporte de alto rendimiento con la irrupción del Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Enard).
También es verdad que a ese dinero que se recauda tendrán que sumarle buenas ideas.
Es cierto que en lo cuantitativo se obtuvieron más diplomas y menos medallas que en China hace cuatro años.
Es verdad que Argentina mejoró su figuración en ocho deportes.
El nuevo proceso en marcha encuentra a Londres 2012 a mitad de camino con un objetivo que se plantea a largo plazo.
Argentina se llevó cuatro medallas: una de oro de Crismanish, la de plata de Las Leonas y el bronce con Del Potro, y De la Fuente y Calabrese en Yatching.
La Generación Dorada dio renovadas muestras de su grandeza, pero no alcanzó para una medalla.
Fueron notables los desempeños de Rosso/Suarez, cuartos en remo.
La final de Germán Lauro en lanzamiento de bala, metiéndose entre los seis mejores.
La ratificación de la figura de Paula Pareto, que terminó quinta en judo .
Los cuartos de final a los que accedió el juvenil equipo de vóleibol.
El quinto puesto de los palistas Rezola y Correa en la final de canotaje.
El buen trabajo del boxeador Yamil Peralta, que quedó cerquita de una medalla al caer ante el búlgaro Pulev en cuartos de final.
Federico Molinari logró una memorable clasificación en gimnasia artística, en anillas, a la final, donde terminó octavo.
En el debe: fue muy floja la participación en natación de la delegación argentina, ocupando los últimos lugares en las series clasificatorias en pileta y Biagioli , lejos de la expectativa en aguas abiertas.
Jenifer Dahlgren y sus tres lanzamientos nulos en martillo y los últimos lugares ocupados por nuestros tiradores.
Las rápidas eliminaciones en esgrima y lucha; el hockey masculino y su décimo puesto. Las chicas del beach vóley sólo sumaron derrotas. Tampoco el ciclismo logró una actuación al menos aceptable.
En un término medio, el handball hizo una buena experiencia, pese a no clasificar a cuartos. Brian Toledo, con 18 años, mostró que el desafío olímpico no le queda grande.
Santiago Fernández tuvo una digna despedida en remo. Las mellizas Sánchez marcaron el debut argentino en nado sincronizado.
En general, la actuación estuvo dentro de lo previsto. El deporte argentino está en pleno proceso de recambio generacional y en medio del proyecto que sostiene el Enard con su aporte económico, que ha mejorado la situación de los deportistas, permitiéndoles mayor roce internacional, contar con los instrumentos adecuados y pensar sólo en competir.
Pero aún el deporte argentino está muy lejos en infraestructura y métodos científicos de preparación adecuados para competir con chances frente a las grandes potencias.
Se ha mejorado un poco, pero seguimos estando lejos.
Digamos que el paciente “Deporte Argentino" salió de terapia y ya está en sala común.
Para recibir el alta, falta mucho tiempo.
Lo bueno es que muchos deportistas han recuperado la ilusión.
Lo de Crismanich sólo el tiempo podrá darle su justa dimensión por sus valores deportivos individuales y por su proyección.
Sólo puedo decirles que su emoción en lo más alto del podio provocó una catarata de lágrimas entre los argentinos que estábamos en estadio ExCel, en esa inolvidable noche el viernes 10 de agosto.
No debemos equivocarnos en el diagnóstico: a veces las estadísticas mal interpretadas pueden llevarnos a conclusiones engañosas.
Más que las medallas valen los procesos. Las medallas son una consecuencia. Tal vez haya que achicar el número de las delegaciones y que sólo participen aquéllos que tengan marcas que les permitan competir y no sólo participar. Sumados a los jóvenes que demuestran condiciones y pueden hacer un aprendizaje olímpico" in situ".
Río 2016 está a la vuelta de la esquina. Hay decisiones que deben tomarse ya.
El futuro del deporte argentino es hoy.
Las mediciones televisivas en nuestro país triplicaron en cantidad a los telespectadores que los siguieron en Beijing. Ni hablar de la explosión en las redes sociales.
Estos Juegos nos dejan la imagen victoriosa de este entrañable y excéntrico monstruo de la velocidad que es Usain Bolt.
La despedida de quien ganó la mayor cantidad de medallas en toda la historia olímpica: Michael Phelps.
El beso a una presea de plata de un tenista que ganó todo y supo valorar un segundo puesto, Roger Federer.
La integración de las personas con capacidades especiales, con el sudafricano Omar Pistorius como adelantado.
La participación por primera vez de mujeres que representan a países del mundo árabe, como Qatar, Brunei y Emiratos.
Las excepcionales nadadoras chinas.
Los electrizantes velocistas jamaiquinos.
Las elásticas gimnastas rusas.
Los incansables fondistas africanos.
Las bellas campeonas holandesas en hockey.
La decepción de la rusa Isinbayeba en salto de garrocha, ganando sólo el bronce.
El placer inconmensurable de ver jugar al Dream Team.
El increíble triunfo en la final de vóley masculino de Rusia sobre Brasil, después de ir perdiendo 2-0 y dos pelotas de partido en contra.
La "maldición olímpica" que, según la prensa brasileña, padece su selección de fútbol, que no puede ganar una medalla de oro y que cayó en la final contra la épica representación de Méxco.
La delegación de Estados Unidos, que recuperó la hegemonía en el medallero, después de perderla en Beijing, frente a China.
Los Juegos Olímpicos de Londres 2012 pasaron a la categoría de recuerdos. Todos apuntan a Río 2016.
Hemos disfrutado y nos hemos emocionado. Sentimos frustración, impotencia y bronca ante cada fracaso, aun sabiendo que el éxito y el fracaso suelen ser dos impostores.
Fuimos durante 17 días abonados a la adrenalina de una justa polideportiva inigualable.
No tengo dudas de que es la competencia más excitante e intensa que puede vivir un periodista deportivo.
Estar aquí es lo que para un niño es estar en Disneyworld: uno quiere subirse a todos los juegos.
Personalmente, he cumplido el sueño de cubrir Juegos Olímpicos por quinta vez consecutiva.
Mi despertador será mañana la realidad. Será hora de volver al montón de los días cualquiera.
Cuando eso suceda, habrá que mirar al cielo y pedirle a Dios que no me deje olvidar.
Jorge Parodi | Cadena3









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