El Indio Solari lanzó "Pajaritos, bravos muchachitos", la excusa para retomar la canción

Escuchá tres temas | Carlos Indio Solari editó su nuevo disco "Pajaritos, bravos muchachitos", con el que regresa a un sonido más rockero, más orgánico y que incluye una canción tocada íntegramente juntos a sus compañeros de los Redonditos de Ricota Sergio Dawi, Walter Sidotti y Semilla Bucciarelli. (Foto Archivo)

Con un arte de tapa en tamaño grande -como es habitual en sus discos-, con fotos e imágenes procesadas en forma digital, donde tanto el Indio como los integrantes de su banda vieron reemplazadas sus caras por las de papagayos, loros, al estilo de las viejas máscaras de los pueblos originarios mexicanos.

Pero además las aves son la nueva obsesión de Solari para recurrir a ellos como metafora de la conducta humana y el comportamiento de la sociedad.

Como toda su etapa solista, Solari volvió estar acompañado por Gaspar Benegas y Baltazar Comotto en guitarras, Marcelo Torres en bajo, Hernán Aramberri y Martín Carrizo en batería, Sergio Colombo en saxo, Miguel Angel Tallarita en trompeta y Pablo Sbaraglia en teclados.

En esta ocasión Solari cambio su seudónimo por el del Fisgón Ciego, y la ingenieria y edición del disco estuvo a cargo de Carrizo y Aramberri.

Su decisión de tomar a los pájaros como modelo para retratar a las sociedad humana, arranca el disco con "A los pájaros que cantan sobre las Selvas de Internet", que tiene un arranque con un buen groove y luego vuelve a cubrirse se máquinas, y procesamiento del sonido de las guitarras y baterías.

La sigue "Beemedobleve" que tiene un interesante inicio con las guitarras de Comotto y Banegas cruzándose para armar una hermosa una melodía, donde el Indio deja traslucir su preocupación filosófica sobre la suerte de la humanidad.

"Si lo mejor de lo mejor del amor, Dios siempre se lo quedó para él. Bocado amargo, nos dejo en un manzanar", canta en el estribillo de ese tema.

"A la luz de la luna" abre bien rockera y es una canción dedicada a esas chicas que valen la pena como las protagonistas de "Un poco de amor francés", "Esa estrella era mi lujo" y "Ropa Sucia".

La búsqueda Solari con las máquinas reaparece en la densa "Las superticiones traen mala suerte", larga e industrial, aunque las guitarras están bien presentes.

"Amok! Amok!" tiene una apertura medio árabe, luego se convierte en un rockito, en el que el indio descarga parte de su prosa intrincada y hermetica para cuestionar a ciertos personajes de la sociedad.

"Chau mohicano" tiene un comienzo bien épico, hard rockero, con buen trabajo de las guitarras y en la que el Indio, en primera persona, parece despedir ciertas mañas y antiguos episodios.

Las canciones más rockeras y más ricoteras del disco son "Babas del diablo", bien lanzado con la tracción de la base corriendo con el pulso de un tren, las guitarras con gran despliegue y el Indio volviendo a cargar contra los poderes siniestros del mundo.

"Había una vez" es una bellísima medio tempo, la canción más redonda del disco, hermosa y melancólica, en la que el Indio canta a medio tono y Banegas y Comotto se baten a duelo .

Por su parte, en "Un par de fantasmas" el Indio vuelve agregar un capítulo sobre el tratado de comportamiento rockeros para describir la decadencia de un rocker, mientras las guitarras se quedan nuevamente con el mérito.

"La pajarita Pechiblanca" es la canción Solari-Dawi-Bucciarelli- Sidotti, que arranca con el saxofonista haciéndose cargo del riff de la guitarra con su instrumento al estilo Morphine.

Luego la canción vira a un ritmo de cabaret de puti club, mientras Solari la cierra con dos estrofas muy logradas que rezan: "al rey del bajo fondo un mal día le grite que era un guanaco feo con suerte en el querer. Le rogué por mi pajarita pechiblanca".

"Tengan piedad!! Vagabunda! Los mocos me sonó! Fracasó como lesbiana y así me profanó y aquí estoy pidiendo por mi pajarita pechiblanca", cierra la canción.

Sin dudas esta reunión sin el guitarrista y fundador Skay constituye todo un mensaje hacia adentro y afuera de Patricio Rey, aunque los músicos lo hayan tomado como un disfrute, como un goce simplemente.

En un 2013 que lo vio batir el récord de convocatoria con su recital en Mendoza, el Indio Solari editó este disco para romper sus largos silencios, su ostrascismo y cierta paranoia, y el resultado son buenas canciones.

A futuro, el Indio deberá replantearse sus dilatados encuentros con los fans y realizar shows más seguidos en diferentes ciudades del interior del país, para evitar una gigantesca aglomeración -imposible de controlar- en un solo concierto anual. 
Télam






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