Santa Rosa | Una madre pide que la ayuden con sus hijos

La mujer dice que no puede controlar a sus hijos, involucrados en robos y víctimas del consumo de drogas. Una escalada en la que tiene miedo, ya que los chicos corren riesgo de vida o de hacer daño a otras personas.

Cristina, una madre de dos adolescentes de 14 y 17 años, pidió públicamente ayuda para controlar a sus hijos. Pide la intervención de la Dirección de Niñez y Adolescencia, ya que sus hijos están involucrados en una escalada de hechos que incluye robos y consumo de estupefacientes.

La mujer relató a El Diario su calvario. Vive con notificaciones judiciales, yendo a las comisarías a buscarlos y respondiendo a las citaciones de la Justicia. Pero ella cree que ya no puede hacer nada. Y que ya está en riesgo la vida de ellos y de otras personas. Viven en la zona del barrio Centro de Empleados de Comercio y del Butaló.

Cuenta que “me peleo para que no lleven cosas robadas a casa”. Dice que roban para consumir y que cuando la Policía los detiene, los golpea: pero eso no es lo que denuncia. La mujer (dice su nombre, pero pide que no salga su apellido) relata lo que pasó con sus hijos el último año.

El 22 de marzo de 2013, a su hijo R. , de 14 años, lo encontraron robando. “Lo tuve que ir a buscar a la Comisaría del Menor. Más de diez veces lo había ido a buscar a la comisaría por diferentes causas”, dijo.
 
“El feriado del 20 de junio de 2013, R. tuvo un accidente. Se cayó de un segundo piso de un edificio en construcción. Vino a mi casa: lo dejaron los amigos tirado en la vereda”, contó. Quedó internado. Le hicieron una tomografía. Orinaba sangre: se tuvo que quedar internado. Le hicieron análisis y surgió que había consumido marihuana.

“Esa vez se astilló el brazo, lo enyesaron, pero nunca lo llevé a control porque no estaba nunca”, dijo. Durante el año 2013 no fue a la escuela. “Yo no lo controlaba”. Después siguieron los hechos. “Estuvo involucrado en un robo a un taxista. Lo agarraron con un ladrillo de marihuana. Yo me tuve que presentar en Toxicomanía y ahí ya tuvo como una ficha”, dijo la mujer.

“Ahora que anda más la Policía, porque lo pidieron los vecinos, él viene a dormir. Pero a la madrugada se va de vuelta”, cuenta Cristina.

El 26 de marzo pasado, en la casa de Cristina hicieron un allanamiento por los elementos robados de la casa de por medio a la suya. “La vecina lo acusó con nombre y apellido. No encontraron nada, pero a raíz de ese hecho le tomaron las huellas dactilares”, dijo.

“Tenía que ir el 5 de mayo, pero no se presentó ese día. La responsable soy yo, como tutora”, afirmó.

“Hace tres semanas me presenté en el INAUM. Me atendió la asistente social y el psicólogo. Pero todavía no fue nadie a ver en qué situación estoy”, afirmó la mujer, quebrada emocionalmente y al borde del llanto. Cuenta todo con un nudo en la garganta.

“Iba a buscar un taller (de actividades), pero a los talleres nunca iba”, dijo la mujer. Empezó la escuela Nº 8 “Teresa de Calcuta”, pero no alcanzó a ir un mes. “Iba todo encapuchado. Quería entrar con el celular a todo volumen y la directora le dijo que no entrara”, explicó.

Con el chico de 17 años, A., la mujer dijo que “estuvo tres meses internado (durante el año 2013) en el hogar de puertas abiertas que funciona detrás del INAUM. Él es muy violento, consume todos los medicamentos que tiene a mano. Primero dijeron que lo iban a internar en un lugar cerrado fuera de la provincia. Esto me lo dijo el abogado de Niñez y Adolescencia, pero no lo hicieron”.

Durante esos meses, la madre fue llamada varias veces a ver si su hijo estaba en su casa, a pesar de que estaba internado. Es que no lo encontraban en el hogar de puertas abiertas.

Otra de las situaciones complejas de esta odisea que sufre Cristina, es que durante la internación en el hogar le hallaron a A. una cantidad no precisada de estupefacientes. Por eso, la Justicia Federal la notificó a la madre.

La semana pasada vivió otra situación límite. “Mi hijo, A., sigue dando vueltas. La otra noche, entró corriendo por la parte de atrás de mi casa, en el barrio Empleados de Comercio. Estaba blanco. Y dijo algo así como que “el loco me quiere matar”. Se levantó una remera y tenía un cuchillo en la cintura. Se tomó unas pastillas que yo tenía, creo que cuatro, y durante dos días estuvo durmiendo”.

Cristina pidió públicamente la ayuda a un organismo oficial. “A Niñez y Adolescencia le pido que me ayude. Porque ellos (sus hijos) siguen robando en todo el barrio. Roban y venden, para consumir. Desde la Defensoría del Menor me dicen que Niñez y Adolescencia se tiene que hacer cargo. Los tienen que internar o hacer algo”, afirmó otra vez al borde del llanto.

“En estos momentos, la vida de ellos y de otros corre peligro. ¿Por qué venía corriendo? ¿Para qué quiere un cuchillo?”, se preguntó la madre que hizo público el reclamo luego de la falta de respuesta de los organismos oficiales. Y ella misma está en riesgo.
 
El Diario LP

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