8 comidas y bebidas que podrían desaparecer en 2050

¿Te gusta amanecer con un café? ¿Y comer rabas en la playa? Entonces no vas a querer que pase ni un año más: el calentamiento global está causando estragos en la producción alimenticia y nuestros sabores favoritos podrían dejar de existir en cuatro décadas.  (Ilustración: Celeste Rodríguez/ Planeta Joy)
 
¿Se viene un apocalipsis agrícola? Quizás no sea para tanto. Lo que si se puede aseverar, según un artículo publicado en el diario digital Huffington Post, es que de aquí a 2050 algunos de los alimentos que consumimos a diario serán cada más difíciles de conseguir como consecuencia del cambio climático. 
 
La temperatura del aire y de los océanos está en aumento, lo que deriva en derretimiento de glaciares e irregularidades en las precipitaciones y esto, a su vez, propensa tanto las inundaciones como las sequías. 
 
Un panorama que dificulta cualquier cosecha: muy pronto estos desarreglos se reflejarán en costos por las nubes y disminución de la oferta. ¿Por qué productos deberías empezar a preocuparte?

CHOCOLATE A PRECIO ACCESIBLE

El 70% del cacao del mundo –un cultivo particularmente sensible al calor– crece en el oeste de África, una región que elevará su temperatura en las próximas décadas. 
 
Los agricultores intentarán plantar en zonas más altas, siempre más frescas, pero en este caso la geografía, mayormente plana, no ayuda. Los datos tampoco. 
 
Un reporte de 2011 que hace foco en el cultivo del cacao, financiado por Bill and Melinda Gates Foundation (sí, el de Microsoft también se preocupa por el medio ambiente), predice que para 2050 la temperatura global aumentará tres grados, lo que provocará que “el rendimiento se estrelle y los precios se disparen” a medida que la tierra se vuelva cada vez más inadecuada para el cultivo en general. 
 
Esto será desafortunado para los golosos, pero también para los campesinos del cacao, quienes sobreviven casi únicamente a fuerza del comercio justo. 
 
El informe sugiere que la crisis se podría sortear si se invierte en fondos de investigación para desarrollar plantas resistentes al calor.

CAFÉ DECENTE

Los granos de café arábica, la variedad más consumida en todo el mundo, siendo el 80% de la producción de café mundial, se obtienen de plantas muy delicadas que crecen en países en desarrollo a lo largo de la línea del Ecuador. 
 
Un área del globo en la que se están registrando temperaturas por encima de lo normal, fenómeno que complica el cultivo de la planta, que necesita un ambiente que ronde entre los 15 y los 24°C. 
 
El Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) aseveró en un reporte de este año que, si la temperatura sube entre 2 y 2.5 grados centígrados más, se reducirán radicalmente las zonas apropiadas para el cultivo de café. 
 
Las plagas son otro problema que deriva del aumento de la temperatura global. El arábica es particularmente susceptible a una enfermedad llamada “roya del café” que, a causa del aumento de la humedad y la temperatura, aparece en zonas cada vez más altas. 
 
Sólo en Guatemala, esto afectó a 193.200 de las 276.000 hectáreas dedicadas al café en 2013, echando a perder un 20% de la producción. 
 
El panorama es tan oscuro que Tim Schilling, director ejecutivo del World Coffee Research Center (Centro Mundial de Investigación del Café) explicó que dentro de 40 años, en lugar de abastecernos de granos de América Central, estaremos buscándolos en Texas y el sur de Francia. 
 
Y mientras que el gobierno de Guatemala declaró su estado de emergencia, marcas como Starbucks intentan desarrollar un arbusto híbrido que pueda sobrevivir sequías y plagas.

VINO

Hace tres décadas, mucho antes de que las investigaciones sobre el clima acapararan la atención mundial, los vitivinicultores comenzaron a notar cambios en sus viñas: las uvas maduraban dos semanas antes de lo esperado, con mayor contenido de azúcar y menor acidez. 
 
En 2012, el Instituto Nacional de Vitivinicultura reunió en un estudio las impresiones de los productores locales. 
 
Una de sus conclusiones fue que, dado que la vid requiere condiciones ambientales muy específicas para alcanzar su potencial, cualquier cambio significativo puede afectarla. 
 
Las medidas a tomar en este caso son científicas y geográficas. 
 
Mientras algunos invierten para desarrollar uvas más resistentes al calor, otros mueven sus cultivos a zonas más frías. 
 
Así fue como, en los últimos cuatro años, hubo un boom en Inglaterra de plantaciones de uvas originarias de la región francesa de Champagne como el Chardonnay, el Pinot Noir y el Pinot Meunier. Los prestigiosos productores de Bordeaux también tienen un futuro negro, según explicó Jean-Pascal Goutouly, experto del French National Institute for Agricultural Research: “A mitad del siglo, el clima ya no será apropiado para el Cabernet y el Merlot”, aseguró. 
 
Quizás en el futuro descorchemos botellas de Tasmania, Dinamarca, Canadá y Nueva Zelanda.

MANZANAS

Todos los inviernos, los manzanos pierden sus hojas y quedan pelados. Este período frío previo a la primavera es crucial, porque estos árboles registran el invierno y solo florecen cuando perciben que el frío no volverá. 
 
De hecho, los manzanos crecen en áreas de climas crudos y, si bien se ha intentado cosecharlos en zonas tropicales, no hubo éxito. 
 
A propósito de la suba de la temperatura invernal, es probable que comencemos a ver cosechas cada vez más chicas de manzanas, lo que traerá aparejado un aumento del precio. 
 
Además, su sabor será distinto al que conocemos. En Japón, los expertos aseguran que el cambio climático está haciendo que las manzanas Fuji (más grandes y crujientes que otras variedades) sean más dulces y de textura más suave dado que los árboles florecen antes de tiempo y en temperaturas más altas. 
 
Otras frutas que necesitan del invierno son los duraznos, las ciruelas, los damascos y las peras. Conclusión: habrá que aprender a hacer conservas.

CERVEZA ARTESANAL

Dos de los ingredientes base de la industria de la cerveza enfrentan un futuro incierto. Dentro de unas décadas, no solo será difícil encontrar una fuente confiable de agua, sino que también será un problema conseguir lúpulo, sobre todo el tipo que se utiliza para elaborar cervezas especiales. 
 
Para desarrollarse, la planta requiere inviernos fríos y veranos cálidos. En el Reino Unido, por ejemplo, los inviernos y primaveras más cálidas ya dieron como resultado cultivos tempranos de menor rendimiento. 
 
Científicos de distintas partes de Europa pusieron manos a la obra para hallar variedades más resistentes al calor e implementar mejores sistemas de riego. 
 
Pero esto no es todo: también se espera que la producción de cebada malteada disminuya en los próximos años por las mismas razones, derivando en cervezas más caras, o peor: en menor cantidad de porrones en la góndola.

PESCADOS Y MARISCOS

Un estudio de la University of British Columbia, publicado en 2012 por la revista Nature Climate Change de Canadá, confirmó que los peces redujeron su tamaño en las últimas décadas.
 
¿El motivo? 
 
El calentamiento global provocó una baja de oxígeno en el océano. Se espera que el peso promedio de un pez caiga entre un 14 y un 24% para 2050. 
 
Y los mariscos, directamente, corren peligro de extinción. Un informe de las Naciones Unidas explicó que la acidificación de los océanos, causado por la excesiva absorción de dióxido de carbono, está dificultando que organismos como las ostras, las vieiras y los mejillones, desarrollen conchas. Sin sus caparazones, tienen las mismas chances de sobrevivir que un gladiador sin espada. ¿Se viene la triste paella vegetariana?

BANANAS

En los años 50, un hongo del suelo provocó la extinción de la variedad de bananas Gros Michel en Panamá, la más consumida y comercializada, que tuvo que ser reemplazada por la Cavendish que todos conocemos. 
 
Ahora, esta fruta enfrenta otro escenario crítico: Costa Rica, que en 2012 exportó más de un millón de toneladas, se declaró en emergencia el año pasado, acosados los bananos por una peste que afectó 24.000 hectáreas. 
 
Los agricultores culpan al calentamiento global por la aparición de la cochinilla harinosa. 
 
La principal consecuencia de este problema es que gran parte de la cosecha salió con machas negras, y los ejemplares fueron rechazados tanto en Estados Unidos, como en otros países importadores. 
 
Esta es una complicación bastante nueva, pero ya se están ensayando métodos para modificar genéticamente a los frutos y que sean capaces de resistir a las plagas. Siempre que haya billeteras dispuestas a invertir, no deberíamos preocuparnos demasiado.

NÚMEROS QUE HACEN AGUA

Más de un lector estará pensando que el agua no es comida, ni un ítem que pueda considerarse delicioso. Pero nada de lo que consumimos podría existir sin ella. 
 
Sólo el 2,5% del agua de la Tierra es dulce y se espera que para 2050, debido al crecimiento de la población, su demanda aumente un 55%. 
 
Una situación a la que nada ayuda el cambio climático: el incremento de temperaturas va a alterar los ciclos de derretimiento, precipitación y evaporación de este preciado bien natural, afectando diversas regiones del mundo con sequías, inundaciones y, sobre todo, agotamiento del recurso. 
 
Puede parecer un problema lejano para América Latina, que concentra el 26% del agua potable disponible, pero lo cierto es que el panorama es oscuro para todos los continentes: casi la mitad ya se agotó. 
 
Y lo que comemos está muy relacionado. El 92% del agua consumida diariamente está destinada al riego de vegetales, alimentación de animales y transporte de productos. 
 
Para producir un kilo de carne vacuna, por ejemplo, son necesarios 15 litros y medio de agua. 
 
La solución irá en dos sentidos: un cambio en la dieta, acompañado de un manejo más eficaz del recurso, sobre todo en la agricultura, que acapara el 70% de su uso.

Por Valentina Ruderman / Ilustración: Celeste Rodríguez

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