Provinciales | El orgullo de la ingeniera pampeana encargada de Sistemas del satélite ARSAT-1

MIRÁ EL VIDEO Ana Caumo, la ingeniera que participó en el diseño y la producción del satélite que ahora está en la Guayana Francesa esperando su lanzamiento, dijo que siente “sorpresa” y “orgullo” por la divulgación del tema. Destacó el papel de la educación pública.

Ana Caumo es una ingeniera pampeana que desde hace 7 años trabaja en la construcción del satélite ARSAT 1, que especialmente en estas semanas quedó en el centro de las noticias a partir de la cercanía de su lanzamiento. Desde ese lugar, en el que su tarea se le convirtió en “rutina”, admite ahora la “sorpresa por tanta divulgación, además del orgullo”.

La profesional reside en Bariloche y ahora que le toca hablar en los medios aclara primero que “me pone nerviosa conversar con periodistas”, pero enseguida le encuentra el costado positivo: “lo hago para decir que fui a la escuela pública, a la Escuela 6, al Normal, al Nacional y estudié en la Universidad de La Plata, un camino público y que es de excelencia”.

Desde ese lugar es que pide, entonces que “la educación en la Argentina se sostenga, que se cambie lo que se tenga que cambiar pero que se siga en ese camino”.

Al ARSAT-1 le dieron una despedida festivalera y popular, con espectáculos, feria de ciencias y la actuación de “La Mancha de Rolando”. El avión ucraniano Antonov lo llevó hasta Guayana francesa para su lanzamiento el 16 de octubre. Se mantendrá a 36 mil kilómetros de distancia sobre un punto del planeta con un movimiento sincrónico con el de rotación de la Tierra. La inversión fue cercana a los US$ 260 millones.

Feliz con el momento que le toca afrontar, Ana Caumo no disimula tampoco los “muchísimos nervios” que tiene hasta el momento en que pueda decirse que el satélite es efectivamente un satélite, es decir hasta el instante en que comience a cumplir su función, en órbita. Pero el proceso y el contexto -señala- le generan una sonrisa. “Tengo ganas de ir a trabajar, y es gracias a esta política que estamos llevando a cabo todos los argentinos”, plantea Ana Caumo.

Cuenta que “nosotros fuimos más de 600 personas trabajando en el satélite, pero además hay gente en INVAP que trabaja en la guardia, en la limpieza que tiene que ser con un detalle porque sino después el satélite puede fallar. Es de todos”.

Una forma de soberanía

Al contar su trabajo, Ana Caumo explica: “Cuando se comienza el trabajo de diseño, se toma como un sistema, que se separa en subsiestemas, para poder ir diseñando y fabricando en paralelo; uno se dedica a la potencia -que tiene que ver con los paneles solares y la batería-; otro de control de actitud, para que el satélite esté en la misma posición; otro a la temperatura del satélite, que va a variar de los 150ºC a los -50ºC y así se separa en distintos subsistemas. Yo participo en el Sistema, que va llevando de la mano a este grupo de expertos. Y después, una vez que es un sistema, hay que probar y verificar”, dijo en declaraciones al programa “Vías de Radio”, de Radio Nacional Santa Rosa.

Remarcó además que “en Argentina, cuando hacíamos un satélite, cuando lo armaste y lo tenés como satélite, tenés que mostrarle el mismo ambiente que va a haber en el espacio o dentro del lanzador. Para eso nos teníamos que ir a Brasil porque en Argentina no había equipamiento suficiente. Pues ahora sí. Ahí pasamos varios meses”.

Detalló que al satélite, “cuando lo probamos a nivel cámara de termovacío, verificamos que funciona como lo diseñamos. Pero también hay otros modelos, un modelo eléctrico, en que las unidades son iguales pero los componenetes son comerciales. En función son los mismos que funcionan en tierra, pero diseñado y construido para soportar el ambiente espacial. También hay un modelo estructural, igual en forma, para verificar que el diseño mecánico del satélite está correcto. El que vuela es uno solo, pero hay un modelo de ingeniería y un modelo estructural”, sintetizó.

Especificó además que “el satélite, para que sea geoestacionario, circunlava la tierra en el plano del Ecuador. Además, tiene un período orbital igual que el de rotación de nuestro planeta. Es como si un observador parado en Argentina, en cualquier punto, lo ve como si estuviese quieto, acompaña el movimiento. Esa posición orbital es única. Y si te parás en ese lugar, podés ‘iluminar’ cierto espacio, en este caso la Argentina y parte de Chile y Paraguay. Eso te permite comunicarte. Si tenés un satélite en una órbita, podés vender esa señal a otros países que la requieran. Por eso los países y las empresas las quieren. Argentina tiene dos”.

No dudó en resaltar que tener satélites es una acción soberana. Y la expectativa es que el ARSAT II abrque incluso más al norte, hasta Estados Unidos.

Con algo de tensión, Ana Caumo advierte: “El lanzamiento es uno de los momentos más riesgosos, los nervios son muchísimos. Esto No terminó. El satélite es satélite cuando orbite”.

En estos días, en la Guayana, “va a haber más pruebas, iguales a las que se hicieron, para verificar que el traslado no lo haya dañado. Hay que cargar combustible, subirlo al lanzador y encenderlo unos minutos antes de que el lanzador se vaya. Una vez que esté a entre 300 y 500 kilómetros sobre el nivel del mar, se suelta y ahí desde la estación terrena todo el equipo de ARSAT va a ubicarlo en la órbita geoestacionaria, que son unos 10 días más para ubicarlo donde le corresponde, abrir los paneles, abrir la antena y dejarlo comunicándonos. Recién ahí, cuando en órbita cumple con los requerimientos, le entregamos la llave al cliente”, completa la pampeana Ana Caumo.

Qué es y para qué sirve el ARSAT-1


El primer satélite de comunicaciones argentino será lanzado al espacio para brindar servicios de televisión, telefonía e Internet. Para eso fue trasladado a la Guyana Francesa, donde se encuentra en este momento. La pampeana Ana Caumo viajará hacia ese lugar en las próximas horas.

El presidente de la empresa estatal de telecomunicaciones ARSAT, Matías Bianchi, precisó que la empresa a cargo del lanzador es Arianespace.

“No hay más de ochos países en el mundo que tengan la capacidad de fabricar satélites geoestacionarios del tamaño del Arsat-1”, dijo Bianchi.

Entre otros servicios que el satélite brindará para la Argentina y todo el continente americano, Bianchi mencionó la “distribución de la televisión digital abierta (TDA), de señales para cableoperadores y de contenidos hacia afuera de la Argentina.

Además, ofrecerá Internet y participará “en la industria de telefonía celular para reemplazar conexiones en lugares donde no las hay y cubrir zonas aisladas”.

Por su parte, el subgerente general de la empresa rionegrina de tecnología INVAP, Vicente Campenni, explicó que “la cobertura de estos satélites incluye no solamente la productividad comercial iluminando las zonas de mayor población, donde hay más negocios, sino también las zonas que son menos rentables pero que se necesitan para el crecimiento social de la Argentina”.

Antes de la llegada del expresidente Néstor Kirchner al gobierno, la empresa alemana Nahuelsat se encargaba de la administración de las órbitas, pero como esa firma privada “empezó a tener problemas de sustentabilidad” y quedaron en riesgo de perderse esas dos posiciones orbitales, el Estado decidió tomar eso activos” y así se creó la Empresa Argentina de Soluciones Satelitales (ARSAT).

“El Estado puede mantener las posiciones alquilando el satélite y brindando servicios, alquilándole el servicio a un operador o fabricando un satélite propio, que es la decisión que tomó la Argentina”, destacó Bianchi.

“Durante ocho meses se realizaron ensayos funcionales y ambientales para garantizar que el diseño, la fabricación y la integración del satélite sean los adecuados para soportar el ambiente severo durante su lanzamiento y los 15 años de vida útil”, detalló Campenni.

El INVAP


INVAP Sociedad del Estado es una empresa de alta tecnología dedicada al diseño, integración, y construcción de plantas, equipamientos y dispositivos en áreas de alta complejidad como energía nuclear, tecnología espacial, tecnología industrial y equipamiento médico y científico.

Se creó en el ‘76 mediante un convenio entre el gobierno de Río Negro y la Comisión Nacional de Energía Atómica de Argentina.

En 2013 emplea directamente a más de 1.000 personas (de las cuales un 80% son profesionales y técnicos especializados), e indirectamente a más de 700. Es la única empresa en Latinoamérica reconocida por la NASA como apta para realizar sistemas satelitales completos, desde su diseño y construcción hasta su operación (exceptuando el lanzamiento).

El Diario LP

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