Salud | Hipertensión arterial y SAL Dos aliados que nos deben preocupar

Podemos decir que popularmente, se considera a la hipertensión como un problema pasajero, de causa nerviosa, pero en realidad, se trata de una enfermedad de alta incidencia, que puede tener consecuencias graves, tanto relacionada con secuelas que invalidan a la persona hasta la muerte. (Foto Ilustrat.: WEB)

(por la Dra. Analía Molteni*)
Cada vez más gente en el mundo la padece, por tanto los  argentinos no escapamos a la regla. Los datos estadísticos de las sociedades científicas nacionales e internacionales que representan la  cardiología dicen que el 50 por ciento de las personas entre 35 y 75 años son hipertensos. La gran mayoría ignoran tal condición. Hablamos de mitades. El 50% la padece de esos, el 50% no lo sabe y de quienes lo saben solo el 50% acude al médico y finalmente solo la mitad hace el tratamiento responsablemente. La pregunta que surge es: ¿Cuántos hacen las cosas bien? La respuesta: MUY pocos.

Actualmente la incidencia entre adolescentes y niños es cada vez mayor.Se atribuye el fenómeno al aumento del sedentarismo, la mayor frecuencia de la obesidad y diferencias en conductas de nuestro siglo. 

Esto se debe a un cambio en los hábitos alimenticios que ha privilegiado  el consumo de productos ricos en sodio o sal, presentes en las comidas “fast food” o comida rápida. El aumento del consumo de video juegos y TV que lleva a estar “mas quietos”, y los servicios a domicilio, de todo tipo, con la terrible consecuencia de cada vez movernos menos.

El problema del consumo de sal es relativamente moderno, ya que en tiempos pasados se trataba de un bien escaso, que incluso se utilizaba como moneda de cambio para pagar trabajos, de allí la aparición del nombre “salario”.

Naturalmente, los alimentos ya contienen sal en su elaboración como conservante, que no contamos a la hora de pensar QUÉ comemos. 

Los vegetales, por ejemplo, tienen cierto grado de sal por lo que agregarles más no es bueno, y ni hablar si consideramos los vegetales congelados que tienen alto contenido de sodio, nombre químico de los compuestos “salados”.

Según los especialistas, cuando nacemos nuestras papilas gustativas no están preparadas para los gustos intensamente salados, por ello los bebés escupen la sopa en las primeras ocasiones en las que son alimentados. Pero luego, rápidamente, los niños empiezan a gustar de la sal. Conducta adquirida que podría evitarse.

Numerosos estudios han probado acabadamente la relación entre el consumo de sal y la hipertensión, que además es uno de los principales factores de riesgo cardiovascular, junto a la diabetes y Dislipemias.

En Argentina, si tomamos en cuenta los parámetros que recomienda la Organización Mundial de la Salud, el consumo de sal es sumamente excesivo. Mientras se estima que no se debería superar la ingesta de 5 gramos de sal por día, en nuestro país los promedios indican que los hombres consumen 12 gramos y las mujeres 11 gramos por día.

La sal que consumimos proviene de fuentes distintas. Alrededor del 35 por ciento del sodio es agregado, o durante la cocción o en la mesa. La porción restante está incorporada en los alimentos, ya sean procesados o no. Por ello, las acciones para disminuir el consumo de sal tienen que ir en dos direcciones.

Las campañas llevadas a cabo desde hace ocho años, a través de la Federación argentina de Cardiología, la Fundación Bioquímica Argentina, el ministerio de Salud de la Nación y localmente la Asociación Pampeana de Cardiología, llamada 100 mil corazones para un cambio saludable, junto a la legislación, ha logrado bajar el consumo de sal (Sodio/Na).  Pero aun no hay total conciencia, que lleve a una verdadera disminución de la mortalidad y morbilidad derivada de la HTA y su impacto cardiovascular.

A modo de ayuda hago saber que los alimentos de alto contenido de sodio son: panificados, inclusive los dulces y harinas, fiambres, embutidos, encurtidos (aceitunas, pickles etc.), salsas listas, enlatados, envasados en cajas, snacks, caldo en cubos, aderezos, manteca, margarina, sopas en sobre, cubitos para caldos y saborizantes, bebidas gaseosas y jugos sintéticos.

Los de bajo contenido de sodio son: jugos de fruta naturales, infusiones, cereales, panificados sin sal, hortalizas, frutas, aceite, azúcar, mermeladas y dulces.

Por eso, en personas con antecedentes familiares de hipertensión, en quienes es más posible que la enfermedad se desarrolle en algún momento de su vida, adoptar conductas como realizar ejercicio físico regular, mantener un peso adecuado mediante una dieta saludable y restringir el consumo de sal puede resultar beneficioso para retrasar el comienzo de la enfermedad hipertensiva y las complicaciones que de ellas indefectiblemente derivarán.


* Analía Olga MOLTENI
Medica cardióloga MN 52154
Periodista en salud UAI

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