Turismo | El balneario El Cóndor, cerca de Viedma, ofrece un abanico de oportunidades para pasar el verano

Recostado sobre la desembocadura del río Negro en el océano Atlántico, ofrece un abanico de oportunidades para las vacaciones de verano: playas, avistaje de aves, marisma, deportes de viento, pesca, visita al faro más antiguo de la Patagonia y exquisitas propuestas gastronómicas. (Foto Télam)

Las amplias playas, que corren del noreste al sudoeste en la entrada al golfo de San Matías, en un marco natural típicamente patagónico, pueden ser disfrutadas en libertad, sea para zambullirse sin peligros en el suave declive de la arena o para caminar varios kilómetros casi en soledad.

Hay sectores que ofrecen una comodidad adicional, como es la de ingresar a la playa en autos convencionales a través de senderos compactados, que permiten estacionarse a no más de 50 metros de la pleamar y, por supuesto, quienes tienen vehículos de doble tracción pueden practicar safaris de arena y sol, de larga extensión.

Los campeonatos de tejo son habituales en las arenas de la villa marítima viedmense, con intensos desafíos entre residentes y turistas.

Los amantes de la naturaleza encuentran especial atracción por el avistaje de la avifauna que caracteriza a la región. La delegación municipal de El Cóndor organiza excursiones con ese objetivo, que parten de jueves a domingo, a las 19, desde el mirador del monumento a Ceferino Namuncurá, en el extremo oeste del poblado.

El denominado Sendero del Acantilado se desliza sobre la barranca y permite sorprender en pleno vuelo a los jotes (especie de buitre negro), a las golondrinas de las variedades patagónica y negra, a las águilas moras, carpinteros, halconcitos, gaviotas, chimangos y petreles.

Más allá de estas aves, la gran atracción de los cielos de El Cóndor la constituye la colonia de loros barranqueros que en bandadas de alrededor de 200 ejemplares, pasan en vuelo rasante por arriba de los visitantes.

Esta especie se encuentra en extinción en casi todo el mundo, pero sin embargo en esta zona patagónica se encuentra bien aclimatada y se mantiene estable una población cercana a los 70 mil especímenes adultos, alojados en nidos cavados en el acantilado.

La mayor cantidad de loros puede verse entre los meses de noviembre y marzo, que es la etapa que va desde el nacimiento hasta los vuelos iniciales de los pichones y su posterior alejamiento de los nidos.

Los paseos de avistaje son acompañados por guías especializados, quienes proporcionan el uso gratuito de binoculares y guías impresas sobre pájaros de la región, donde pueden consultar sus características.

Hacia el norte de la villa se ubican el extenso estuario de la desembocadura del río Negro en el mar y una zona definida geográficamente como marisma, caracterizada por cangrejales y juncales; ambos pueden ser apreciados desde un camino lateral y navegados con embarcaciones de poco calado, para sorprender a cisnes, patos bigüás y garzas, entre otras especies.

Las ráfagas ventosas características del clima patagónico pueden incomodar a los bañistas, pero proporcionan fuerza sustancial para la práctica de los deportes de viento, que comprenden el carrovelismo, kite buggy y parapente.

En el primero de estos, donde los carros a vela se desplazan sobre la lisa superficie de la playa húmeda, se han dado registros de hasta 135 kilómetros por hora de velocidad. Cada verano en El Cóndor se reúnen varias decenas de amantes de estos deportes, sólo aptos para temperamentos fuertes.

La pesca, una pasión serena y contemplativa de la naturaleza, también tiene miles de adeptos en esta villa marítima rionegrina. Desde la playa o embarcados, en botes convencionales y también en canoas, se logran excelentes capturas de pescadillas, corvinas, lenguados y róbalos, entre otras variedades de mar.

Las visitas al faro, el más antiguo de la Patagonia y en permanente funcionamiento desde el 25 de mayo de 1887, son una alternativa adecuada para las jornadas poco apacibles en la playa.

La torre de color blanco se eleva 16 metros por arriba de los 27 de alto de la barranca, lo que permite tener una visión panorámica excepcional desde su pináculo; el acceso está habilitado los martes, jueves y sábados, de 9 a 12 y de 15 a 18.

En los mediodías y por las noches, una veintena de restaurantes, pizzerías y pubs ofrecen platos con típico sabor regional, ya sea el preciado cordero patagónico, las rabas, los mejillones y los langostinos capturados en el mar del golfo. También funciona un casino, con juegos electrónicos y ruleta tradicional.

El Cóndor está a 30 kilómetros de Viedma, y se llega por la ruta pavimentada que bordea el río Negro; hay dos mil plazas de alojamiento, entre residenciales, casas y departamentos de alquiler y campamentos. La dirección municipal de Turismo orienta sobre reservas, en contacto con [email protected] y al teléfono 02920 15621170.

Télam

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