Santa Rosa | Suspicacias en torno a un grave accidente: una carrera criminal y "zona liberada"

La investigación se hará por las suspicacias que generaron integrantes de esa sección policial en un siniestro provocado por un especialista en seguridad y en el que le causó graves lesiones a una mujer. (Foto: El Diario LP)

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La Policía de La Pampa iniciará una invstigación sumaria contra la División Toxicomanía de la fuerza de seguridad tras el siniestro vial protagonizado por Javier Catoni, quien le provocó varias quebraduras a Marcela Chapalcaz el 4 de mayo pasado.

El área es conducida por Darío Martínez y es uno de los involucrados en el sumario administrativo.

La familia de las víctimas agradeció la solidaridad de testigos y allegados y denunció la existencia de “un plan de impunidad”: la trascendencia del hecho en medios y redes sociales y la intervención del fiscal modificaron el destino del expediente.
 
Catoni está acusado por familiares de la mujer de ser el responsable del siniestro vial. Aseguran que iba a gran velocidad y no frenó cuando llegó a la esquina de Crispiniano Frenández y Pérez, donde chocó su camoneta Volkswagen Amarok contra la Renault Duster de la persona que resultó con severas lesiones.

El hombre es un especialista en seguridad y se dedica a tareas de inteligencia. Martínez reconoció ante El Diario que actuó mal al no esperar el parte médico oficial y al informar que Javier Catoni era productor agropecuario en lugar de especialista en seguridad y conocido en el ambiente policial.

El hecho tomó relevancia especial por la información recabada por Gustavo Laurnagaray, periodista del matutino de la familia Nemesio y esposo de Marcela Chapalcaz. Sin su actuación el caso hubiera transcurrido sin una investigación seria de parte de la policía.
 
 
Sospechas y Anomalías
 
Detrás del grave accidente que le causó graves heridas a una mujer, hay una historia en la que sobran las sospechas y anomalías: el extraño comportamiento del conductor de la camioneta que generó el violento choque, su “carrera criminal” en los momentos previos a la colisión -descrpita por testigos-, una particular relación con los efectivos policiales y una serie de conductas irregulares volvieron a a ese siniestro vial un hecho sugestivo.

Además, quedó en el centro de la escena el comportamiento del personal de Accidentología, que actuó como si quisiera que el hecho quedara en la nada y que no se reportaran las heridas graves para garantizar impunidad.

El conductor de la Amarok gris -que no tenía chapas patentes ni atrás ni adelante- es Javier Catoni, tiene 42 años y se dedica a tareas de seguridad e inteligencia. La víctima que sufrió las heridas graves es Marcela Chapalcaz, que es esposa de Gustavo Laurnagaray, un periodista de El Diario. El hecho de que Laurnagaray sea cronista de un medio posiblemente ayudó para que tuviera sobre el caso una mirada especial y pudiera revelarse públicamente -entre otras cosas- cómo actuaron los policías. Es un misterio si estas conductas son en realidad habituales y no trascienden.

Laurnagaray, además, pudo difundir la situación y sus percepciones a través de la red social Facebook, donde encontró -como en otros ámbitos- la masiva solidaridad que agradeció. El hecho ocurrió el pasado 4 de mayo alrededor de las 18 horas, en la esquina de Crispiniano Fernández y Pérez. Además de Marcela Chapalcaz, en la Duster iban también Raúl Chapalcaz y Marta Zabala, los padres de Marcela, y Aylén (8 años, hija de Marcela).

La familia buscó testigos por varias vías. Y en esa búsqueda conocieron que Catoni había iniciado varias cuadras antes del siniestro una “carrera criminal”.

Julián A. fue uno de los que vio a la Amarok de Catoni desde atrás. Iba en un Ford K. Observó que Catoni casi choca en la esquina de Beltrán y Pérez (la esquina de la cancha de All Boys). Tras insultar a otro automovilista, siguió su marcha y “aceleró, aceleró y aceleró en una carrera brutal y criminal hacia la esquina de Crispiniano Fernández en la que arrasó a la Duster”.

Julián contó que el conductor de la Amarok, en todo ese trayecto, no tocó el freno: nunca se prendieron las luces rojas. Cuando el testigo le hizo un reproche a Catoni, el conductor de la Amarok respondió: “Yo iba por la derecha”.

El conductor de una moto y su acompañante salvaron sus vidas por un instante: Juan M. y su esposa, Estela G. iban en el mismo sentido que la camioneta. También vieron venir el choque. Lo mismo contaron otros testigos, vecinos de la zona que pasaban por el lugar o que estaban barriendo la vereda o tomando mates en la parte delantera de sus viviendas.

El motociclista fue uno de los que reprochó de manera más fuerte a Catoni. Dijo que le molestó la frialdad de quien provocó el tremendo choque. “En ningún momento se acercó a la Duster ni preguntó como estaban los heridos”, lamentó. Otro motociclista se bajó y estrelló un ladrillo contra un vidrio trasero, el del lado del acompañante de la Amarok.

Laurnagaray, además, relató en su Facebook los comportamientos de Catoni ni bien ocurrido el choque. “Se dedicó a llamar por teléfono apenas se produjo el impacto contra la Duster”. Fue socorrido enseguida: primero llegó una Amarok color blanca al mando de Víctor Cepeda, un empleado del Juzgado Federal, reseñó. Catoni sacó una caja negra de su Amarok y la llevó hacia la otra. Después llegó otro vehículo. Laurnagaray destacó que Cepeda tiene formación en realizar sumarios y seguir causas judiciales. Llegó a una emergencia y con celeridad: estaba en pantalón corto. Luego llegó más asistencia para Catoni: un Gol verde.

Una vez que llegó la Policía, “el personal se dedicó a proteger a Javier Catoni”, explica el relato, que incluye el detalle de que le “dio órdenes” a algunos efectivos. El conductor de la Amarok nunca mostró interés por la salud de sus víctimas: ni se acercó a la Duster, no hizo nada para ayudar, porque “se dedicó a custodiar, vigilar y proteger su cargamento”. En la caja de la camioneta había una enorme y larga baulera, del tamaño de las que se usan para transportar armas largas.

Laurnagaray definió la tarea del personal de Accidentología como un “bochorno, para decirlo de alguna manera”. Nadie se acercó a decirle a Catoni que dejara de bajar elementos de su camioneta. “Actuó en una zona liberada”, apuntó el periodista. Además, el conductor estuvo más de 2 horas en el lugar sin que se le hicieran test de alcoholemia o drogas. Catoni se quedó hasta que se hizo de noche, merodeando el lugar del accidente cuando ya no quedaba nadie.

Los policías no llamaron en las próximas 36 horas para preguntar por la salud de las víctimas y reportaron el accidente como “sin novedad”, como si no hubiera heridos: “la cortada para entregar la camioneta y dejar ir campante al conductor”.

A Catoni le entregaron su camioneta y se la llevó en una grúa particular a un taller de chapa y pintura. Cuando el fiscal Máximo Paulucci ordenó secuestrar el vehículo -ya la dimensión del accidente había trascendido en los medios y redes sociales- la camioneta estaba en parte desarmada, señaló la familia de Chapalcaz.

Hubo testigos que vieron cómo Catoni “le daba órdenes a los miliquitos, que empujaban la camioneta”, dijo un vecino. Eso convenció a Laurnagaray de que se armó “un plan de impunidad que alguien pidió y alguien puso en marcha”.

Recuperación y violencia

Marcela Chapalcaz, víctima del accidente, salió de la terapia de FAERAC el viernes. Estuvo cuatro días en cuidados intensivos. Le hicieron un drenaje para aliviar el pulmón y evitar complicaciones del neumotórax. Tiene múltiples fracturas de pelvis (la recuperación estimada para volver a caminar es de 90 días), otras tres costillas fracturadas y el omóplato quebrado. Raúl Chapalcaz (con cinco costillas quebradas) y Marta Zabala (con fuertes golpes) siguen recuperándose.

El accidente fue muy violento: La Duster literalmente voló. No hubo contacto de las ruedas con el cordón cuneta ni con la vereda que está varios centímetros (casi treinta) sobre el nivel del asfalto. La Duster giró en el aire y quedó con la ochava. La trayectoria de la Amarok es otro indicio de la alta velocidad: arrancó de raíz una planta y frenó contra la segunda, la que también dejó inclinada, a medio arrancar.

PlanB | El Diario LP

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