“El Grito de Alcorta”

Foto:Ilustración: Lucas Cejas | El Litoral |
El 25 de junio de 1912, los colonos reunidos en asamblea en el local de la Sociedad Italiana de Alcorta, declararon la huelga general por tiempo indeterminado. Francisco Bulzani será el presidente de esa asamblea. La huelga rural que se conocerá como el “Grito de Alcorta” durará casi cuatro meses.


El conflicto se inició en la provincia de Santa Fe, pero se extenderá a los territorios de Buenos Aires, Córdoba y La Pampa. Se estima que alrededor de 100.000 colonos se involucraron en la protesta. En más de cien localidades hubo asambleas y actos públicos. Los colonos luchaban con la energía y la pasión de quienes saben que no tienen nada que perder. Ni la represión, ni el soborno, ni la amenaza de sufrir las consecuencias de la Ley de Residencia, los atemorizaban.

“Antes de doblegar nuestros esfuerzos -reza su declaración- debemos conseguir nuestros objetivos; antes de ser vencidos debemos preferir la muerte”. Se nota el fraseo anarquista o socialista, pero la proeza que iban a realizar era algo más que un fraseo. Sus reclamos eran precisos: arrendamientos a precios más bajos; que los porcentajes para el patrón se tomaran de todo el cereal y no sólo del de mejor calidad; que los chacareros pudieran elegir la máquina trilladora que más les conviniera; que la parte de la producción que le correspondiese al patrón se entregara en chacra y no en los galpones del ferrocarril, y que los contratos duraran cuatro años como mínimo.

La huelga de 1912 tuvo más efectos políticos que económicos. Las reivindicaciones de los chacareros se lograron a medias. Recién en 1921 se sancionó la ley 11.170, que contemplaba en parte sus reclamos. Las relaciones de los arrendatarios con los terratenientes, los dueños de almacenes de ramos generales y los comercializadores de cereal siempre serían tensas. El “Grito de Alcorta” los movilizó, pero por sobre todas las cosas los organizó como actores sociales y políticos.

Si la huelga se inició el 25 de junio, el 15 de agosto, cincuenta días después, se constituyó en Rosario la Federación Agraria Argentina (FAA), la gran organización gremial de los chacareros. Su primer presidente fue Antonio Nogueras, un catalán anarquista. La reunión contó con la participación de 115 delegados. A los estatutos de la FAA los redactaron Francisco Netri y Daniel J. Infante.

El “Grito...” no sólo lanzó los colonos a la lucha, sino que les otorgó una identidad social y política. Se sabe que un porcentaje altísimo de estos colonos era italiano. El diario “La Tierra”, que empezará a editarse en esos meses, estaba escrito en español e italiano. La mayoría de los inmigrantes no se había nacionalizado y muchos de ellos especulaban con hacer unos pesos y regresar a Europa. La singularidad social del “Grito de Alcorta” consistió en que la lucha expresaba el reclamo de los colonos de hacer valer sus derechos en la Argentina. A partir de Alcorta, el inmigrante empezará a pensar en serio que su destino era quedarse en estos pagos. La decisión implicaba algo más que una cuestión domiciliaria.

No es casualidad que este proceso haya ocurrido en 1912. Para esa fecha, el modelo agroexportador en la Argentina estaba en su apogeo. El boom cerealero transformaba al país en el granero del mundo. En 1888 había dos millones de hectáreas sembradas; para 1912 la cifra había subido a 20.000.000. En casi quince años la superficie sembrada con trigo iría de 200.000 a 1.600.000 hectáreas. Los cambios exhibían una velocidad vertiginosa.

En la provincia de Santa Fe, la colonización -con entrega de la tierra en propiedad- sólo se realizó en la región centro; en el sur, el rasgo decisivo fue el arrendamiento y la aparcería. En 1912 ingresaron al país alrededor de 300.000 inmigrantes. La mayoría provenía de Italia y de España. Un porcentaje alto se quedó en las ciudades, pero no fueron pocos los que se trasladaron al campo.

En realidad, los “gringos” decidieron venir a la Argentina con la esperanza de trabajar la tierra y enriquecerse. No pudieron realizar plenamente ninguna de las dos reivindicaciones. Sólo un ínfimo porcentaje accederá a la propiedad. Y para 1912 no eran muchos los que se habían enriquecido. Había movilidad social, pero en esos momentos era mucho más lenta.

En la Argentina del Centenario, el modelo primario exportador seguía rindiendo sus generosos frutos. Según informes confiables, éramos la séptima economía del mundo. No es un dato menor o para subestimar. Pero el progreso económico venía acompañado de tensiones sociales y políticas. La Argentina crecía, pero el precio incluía conflictos. En 1907, en Buenos Aires se declaraba la primera huelga de inquilinos protagonizada por los habitantes de los conventillos. En 1909 estallará lo que se conoce como la Semana Roja. La rebelíón obrera parecía inminente. El Centenario convocaba a las grandes luminarias de Europa, pero se celebraba bajo el Estado de Sitio.

En 1912 se sancionó la Ley Sáenz Peña que democratizará y ampliará el sistema político. Ese mismo año habrán de celebrarse elecciones en Santa Fe y, por primera vez, ganará una fórmula radical liderada por Manuel Menchaca. Por lo tanto, la huelga agraria de 1912 estuvo precedida de importantes cambios. ¿Por qué la rebelión estalló en el sur santafesino y no en otro lado? 

Más allá de los imponderables del azar, los hechos se desencadenaron en la zona donde todas las contradicciones se manifestaban con mayor intensidad. Era en el sur santafesino donde estaban las tierras más ricas, los mayores volúmenes de producción, la concentración económica más alta y el régimen de arrendamientos más injusto. Después estaban las situaciones de coyuntura. 

La cosecha de 1911 había fracasado, en tanto que la 1912 era exitosa. La paradoja de que una buena cosecha alentara la lucha merece algunas consideraciones. 

En 1911, los gringos se habían resignado a la fatalidad de la naturaleza y el destino. 

Pero en 1912 la cosecha era muy buena. ¿Por qué entonces la rebelión? Porque descubrieron que a pesar de que las cifras eran excelentes, ellos seguían tan endeudados como antes. Empobrecerse con una mala cosecha era previsible; pero no salir de pobres con una buena cosecha resultaba insoportable.

Las primeras asambleas se realizaron en Bigand, Máximo Paz, Santa Teresa, Pergamino, General Viamonte. Los galpones del ferrocarril, los sótanos de algún almacén de ramos generales, los tradicionales locales de la Sociedad Italiana fueron los sitios en los que se celebraron las reuniones. 

La identidad política de los protagonistas era amplia. Había anarquistas, radicales, socialistas, demoprogresistas. Decir que el “Grito de Alcorta” fue de izquierda sería una exageración; plantear que fue de derecha, un disparate.

La movilización de los chacareros impugnó el régimen de explotación de los terratenientes, pero no cuestionó ni la propiedad privada ni el capitalismo. Su reclamo a favor de la reforma agraria no era socialista sino capitalista. No eran propietarios, pero aspiraban a serlo. No querían salirse del sistema sino integrarse a él. Su principal dirigente, Francisco Netri, era un italiano al que los gringos convocaron por su saber jurídico. Era librepensador y masón, pero sus hermanos eran curas. Pascual era el párroco de Alcorta; José, el de Máximo Paz. Dios o el destino los pusieron en el centro de la tormenta. Y fueron esos curitas inquietos los que les sugirieron a los gringos que solicitaran la asistencia de Francisco.

Netri, para esa época, era un exitoso abogado de Rosario. Su estudio revistaba entre los más prestigiados y sus escritos jurídicos y políticos eran publicados por las revistas más destacadas del mundo académico. A partir de 1912 su vida cambiaría radicalmente. Su solidaridad con la causa de los colonos le ganaría el odio de muchos. Perderá clientes, cátedras y propiedades. Cuatro años después, perderá la vida. Netri fue asesinado por un empleado de la FAA el 5 de octubre de 1916, una semana antes de que asumiera Hipólito Yrigoyen. Los responsables intelectuales del crimen nunca aparecieron. Carlos Ocampo, el asesino, dirá que lo mató porque no le pagaba. Después se descubrió que sus sueldos estaban al día y que él mismo había firmado los recibos. Netri no será la única víctima. En un acto organizado en Firmat fueron asesinados los dirigentes Francisco Menna y Eduardo Barros.

Netri no tenía una identidad política partidaria. Podría decirse que era un demócrata mazziniano. Por otra parte, sus posiciones políticas siempre estaban signadas por la moderación. Cuando algunos dirigentes intentaron alinear a la FAA con el Partido Socialista él se opuso. Con las oscilaciones del caso, Netri insistirá siempre en reivindicar el perfil gremial de la lucha. Y también su metodología pacifista: “Justicia, no rebelión” será su consigna. A Netri lo sucederá en el cargo Esteban Piacenza, un productor rural de Moldes. Con este dirigente se acentuará el rol gremial de la FAA. Piacenza conducirá los destinos de la FAA durante treinta años. Pero eso ya es otra historia.

Por Rogelio Alaniz | El Litoral

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