Región | A 30 años de la inundación en Epecuén sus habitantes recuerdan cómo un pujante destino turístico quedó en ruinas

El 10 de noviembre de 1985, las altas precipitaciones y obras inconclusas en la regulación de canales provocaron la inundación de este pueblo del suroeste de la provincia de Buenos Aires con más de 1.000 residentes que pese a la fuerza del agua y el paso del tiempo recuerdan todavía lo que fue un pujante destino turístico y hoy quedó en ruinas. (Foto: Télam)



“Estábamos trabajando y en eso vemos que viene una camioneta del lado de Epecuén y era el delegado que nos dice ‘vayan rápido que se reventó el terraplén’, entonces dejé lo que estaba haciendo, formé al cuartel y me fui para allá”; expresó a Télam el fundador de Bomberos Voluntarios de la localidad, Miguel Ángel ‘Lito’ Sottovia, quien al recordar el momento interrumpió su relato para decir que ya le empezaba “a correr un frío por la oreja”.

El terraplén se había comenzado a edificar en 1977 con el objetivo de proteger al pueblo de un ciclo húmedo que atravesaba no sólo por las lluvias sino también por el Canal Ameghino -que se había construido por un problema de sequías- el cual regulaba el caudal de agua del sistema de lagunas Las Encadenadas, del que la de Epecuén es la última y más baja.

La laguna de Epecuén se desarrolló como destino turístico desde su fundación en los años 20, y es famosa en el mundo por contener propiedades curativas al contener sus aguas más de 100 gramos de sal por litro, sólo superado por el Mar Muerto.

“El agua venía por la calle principal y en ese momento pensé en cómo iba a hacer porque no me daba una idea de la magnitud que tenía hasta que en un momento algo reventó, no sé qué fue, y el agua empezó a venir de adentro de los patios junto con televisores, sifones y mesas”, recordó Sottovia.

Epecuén se fue cubriendo de agua lenta y paulatinamente y dos años después de la mañana del 10 de noviembre de 1985 llegó a su pico máximo de inundación; así quedó bajo el agua durante dos décadas y sus casi 1.500 residentes estables perdieron todo.

El trabajo “fuerte” de evacuación duró 15 días y no hubo ninguna fatalidad, explicó el bombero y agregó que después de evacuar Epecuén se tuvieron que encargar del cementerio, y así lo hicieron con “una lancha, una camioneta y un largavistas”.

“Como todo estaba tapado por el agua los cajones empezaron a aparecer en la superficie y por eso les decíamos ‘los flotantes’ en lugar de féretros”, describió Sottovia y agregó que los llevaban adentro de la lancha y luego la municipalidad los derivó al cementerio de Carhué, la localidad más próxima a Epecuén, a unos ocho kilómetros.

En Carhué -un destino que actualmente atrae a turistas nacionales y extranjeros no sólo por las propiedades curativas de la laguna sino para recorrer las ruinas- también se alojaron la mayoría de los residentes de Epecuén, como Mirta Stoessel quien tenía un hotel en el pueblo que quedó bajo el agua.

“Realmente me mueve mucho esto, son tantos los recuerdos dolorosos que se me vienen a la cabeza a pesar de que pasaron 30 años”, expresó la mujer a Télam, mientras recorría las ruinas de su hotel y distinguía lo que alguna vez fue lo que hoy son escombros.

“Siento que revivo cosas, a mí me gusta ser optimista y tirar siempre para adelante pero venir acá y ver cómo quedó esto que era tan lindo es muy triste; porque no sólo se perdieron las amistades y las propiedades sino también el trabajo”, lamentó la ex residente.

Stoessel tenía 32 años cuando comenzó la inundación y su marido –con quien había “trabajado mucho” en la construcción del hotel- falleció un año después de la tragedia, “quizás por el disgusto”, expresó la mujer.

“Hay mucha gente que no falleció en la inundación pero sí después por el tema de la tristeza y por la impotencia de haber perdido todo, salías con una mano atrás y otra adelante”, manifestó Stoessel quien ahora tiene un apart hotel en Carhué y pudo retomar su vida.

Mientras la mujer contaba su historia, apareció en su bicicleta por las calles de las ruinas Pablo Novak, el último habitante de Epecuén.

“Nací acá el 25 de enero de 1930 y con mis 12 hermanos hicimos toda nuestra juventud en este pueblo, y también el colegio”, recordó Novak a Télam, mientras miraba la laguna de Epecuén que ya al atardecer formaba en una línea perfecta el horizonte de la capital pampeana, Santa Rosa, que se encuentra a 200 kilómetros.

“Acá por las ruinas yo vengo a andar en bicicleta y me acuerdo casa por casa, gente por gente” rememoró el hombre y luego continuó su recorrido junto a su perro “Chozno”.

Este año se cumplen 30 años “del principio del fin”, de la fecha en que se produjo el colapso de debilitamiento del terraplén, y que luego de dos años dejó al pueblo entero sumergido bajo las aguas, explicó a Télam David Hirtz, intendente de Adolfo Alsina, partido al que pertenece Epecuén.

Anoche se iluminaron por primera y única vez las ruinas del pueblo en conmemoración de las tres décadas de la tragedia que inundó una villa turística y los proyectos de vida de sus habitantes.

Télam


 (Foto: Télam)

 
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