Acusan a la cantante Lizzo de comportamiento sexual denigrante

= Foto: WEB = 

Tres bailarinas aseguran que vivieron un infierno durante la gira que realizaron en febrero por Amsterdam.

Arianna Davis, Crystal Williams y Noelle Rodríguez, bailarinas de Lizzo, realizaron una presentación judicial en la que aseguran haber vivido un verdadero infierno durante la gira que las llevó a distintos escenarios de Amsterdam.

Las tres coinciden en que durante el tiempo que compartieron con la artista, se sintieron amedrentadas y aterrorizadas. Davis, por ejemplo, asegura que en medio de una audición “insoportable”, no tuvo más remedio que “ensuciarse” en el escenario “por el miedo las repercusiones” que podría haber tenido pedirle permiso para ir al baño. 

La bailarina fue despedida “en el acto” luego de que Lizzo se enterara que había grabado una de sus reuniones. Rodríguez, a su vez, renunció unos días después en solidaridad por su compañera y por “la falta de respeto” que mostró la cantante hacia ellas “en todo momento”.

Según las tres bailarinas, una de las noches que pasaron en la ciudad, Lizzo invitó a todo su equipo a salir a divertirse, y todos terminaron en la “zona roja”, un barrio conocido por sus tiendas, clubes y bares de desnudistas.

“Las cosas se salieron de control rápidamente. Lizzo comenzó a invitar a los miembros del elenco a turnarse para tocar a los artistas desnudos, atrapar los juguetes sexuales lanzados desde las zonas pudendas de las artistas y comer bananas que sobresalían de sus partes íntimas de las desnudistas”, relata la demanda.

La acusación alcanza también a la coreógrafa Tanisha Scott y a la jefa de baile, Shirlene Quigley, a quien se acusa de “hacer proselitismo con otros artistas y ridiculizar a quienes tuvieron relaciones sexuales prematrimoniales mientras compartían fantasías sexuales lascivas, simulaban el sexo oral y discutían públicamente la virginidad de uno de los demandantes”.

La denuncia es por daños generales y especiales, así como daños punitivos y honorarios de abogados. “La naturaleza del trato que Lizzo y su equipo de gestión le dieron a sus artistas parece ir en contra de todo lo que la cantante representa públicamente: en privado, avergüenza a sus bailarines y los degrada de maneras que son absolutamente desmoralizantes”.

Cadena3